¡Siempre fui Yo!

Desde el principio...

Vayamos al libro de Génesis (Bereshit 44-45) en donde nos narra el encuentro de Yosef (José) con sus hermanos después de transcurridos 22 años, luego que lo vendieron como esclavo y haber llegado a Egipto, de su estancia en la casa de Potifar y sus 12 años en la cárcel por una falsa acusación, hasta llegar a ser el gobernador de Egipto y justamente es en ese momento que sucede el reencuentro con sus hermanos, sin que ellos le reconocieran; en donde después de una serie de circunstancias hacia sus hermanos provocadas por el mismo Yosef; Yehuda (Judá) se acerca a Yosef a pedir la liberación de Benjamin, ofreciéndose asimismo como esclavo, es entonces cuando luego de presenciar la lealtad de sus hermanos unos a los otros, Yosef revela su identidad y les dice: yo soy Yosef, no tengo ningún resentimiento contra ustedes, Dios fue quien me envió antes para este momento, no fueron ustedes los que me enviaron aquí, les dice, sino Dios. Todo fue ordenado desde el cielo para salvarnos, y a toda la región, de la hambruna.

Pero esta historia extraordinaria que nos narra la Biblia ¿cómo la extrapolamos a nuestras vidas?

Cada uno en nuestra vida pasamos por todo tipo de exilio, ya sea físico, emocional, mental, espiritual; es decir, en diferentes circunstancias donde nos encontramos en aprietos y sin poder respirar, donde no hay tranquilidad, es como estar atrapados sin duda alguna; pero justo son esos exilios los que debemos pasar en nuestra vida para lograr nuestra tierra prometida.

Y ¿cómo lo vamos a lograr después de lo aprendido en esta porción? Primeramente, así como lo hizo Yehuda, a través del reconocimiento de lo que no hemos hecho correctamente delante de Dios, para entonces tomar responsabilidad, ojo aquí, ¡no es para culparnos, sino para responsabilizarnos! y la responsabilidad estriba en cambiar y corregir nuestros actos delante de Dios, cuando nosotros reconocemos que todo evento tiene supervisión Divina, porque todo en este mundo es obra del Creador, entonces podemos ver como  lo hizo Yosef que cada circunstancia en nuestra vida es para acercarnos a Dios y aprender a depender solamente de Él en todas las áreas de nuestra vida, poque cuando todo va “perfecto” por llamarlo así, nos llenamos de veneno llamado ego y orgullo, que nos llevará como todo veneno a morir, pero cuando en medio del exilio, reconozco, agradezco y me apego a Dios, sabiendo que Él siempre está dispuesto a recibirnos, entonces escucharemos a nuestro Padre diciéndonos: “¡Desde el principio... siempre fui Yo!”

Recordemos que quien reconoce, agradece y cuando lo hacemos derramando todo nuestro corazón ante nuestro Padre Celestial, nos apegaremos 100% a Él y justo éste es el propósito. 

Reflexionemos también sobre lo que nos muestra esta porción: la fragmentación entre los hermanos en las familias es raíz de caos y la unidad es bendición.

Te invito a recordar y tener presente siempre que todo es para bien, y aprendámoslo en el lenguaje divino (hebreo): גַּם זוּ לְטוֹבָה / gam zu letovah.

Entendemos que cada circunstancia, aún en la guerra, está bajo la supervisión del Eterno, así que, sin desmayar con emuná y bitajón como hemos aprendido, sigamos en Operación EJAD, sosteniendo las manos de la nación de Israel en oración y ruego: por los soldados, por los líderes, por los que aún permanecen secuestrados, por las familias enlutadas, por los palestinos y el pueblo de Israel, por la paz de Yerushalaim (Jerusalén).

Shalom u´brajot 

Paz y bendiciones desde la tierra de la Biblia

Am Yisrael jai / עם ישראל חי ! / ¡El pueblo de Israel vive!